Voy de recreo al Tigre y soy como un niño criado en departamento de planta baja.
Redescubro cada vez los juegos con pelota: paleta, voley, futbol; pero no me puedo sustraer de la tentación de experimentar lanzar la pelota para cualquier lado, descargar la fuerza en la pelota y verla volar entre los árboles. Este impulso es más fuerte que el autocontrol que requiere seguir las reglas del juego, y juego mal…
O la sensación de amasar un bollo de pizza y obtener la habilitación para golpear la masa con los puños, como si fuera un box. Como un niño alimentado por deliveris.
O la sensación de hundir los pies en el barro. Por un instante resistida pero inmediatamente disfrutada…
Viva el recreo!
Redescubro cada vez los juegos con pelota: paleta, voley, futbol; pero no me puedo sustraer de la tentación de experimentar lanzar la pelota para cualquier lado, descargar la fuerza en la pelota y verla volar entre los árboles. Este impulso es más fuerte que el autocontrol que requiere seguir las reglas del juego, y juego mal…
O la sensación de amasar un bollo de pizza y obtener la habilitación para golpear la masa con los puños, como si fuera un box. Como un niño alimentado por deliveris.
O la sensación de hundir los pies en el barro. Por un instante resistida pero inmediatamente disfrutada…
Viva el recreo!
1 comentario:
Y la maravilla de liberar un pichón atrapado en un mosquitero!
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