viernes, 20 de julio de 2007

Crónica del tachero suizo IV


Joya nunca taxi

Puse el guiño cuando vi en la esquina un bastón levantado, que fue la forma en que dos ancianos de no menos de 80 años solicitaron mis servicios. Se tomaron su tiempo para subir mientras acompañaban todos sus movimientos con una serie de suspiros y quejidos. El último que entró, después de lograr cerrar la puerta con cierta dificultad, comentó "estamos hechos unos viejos chotos".

Me dijeron que los llevara a Echeverría y Vuelta de Obligado o Soldado de la Independencia, calles que suelo confundir por la analogía que no puedo dejar de establecer a partir de la alusión que ambas hacen a eventos patrióticos y bélicos. Intenté despejar mis dudas volviendo a confirmar el destino. El anciano de la derecha me certificó a Vuelta de Obligado, y me reprochó: "parece que vos estás más sordo que yo" y agregó "la puta qué frío que hace, parece que este año no vamos a festejar el veranito de San Juan", a lo que su amigo le respondió "¿Qué? ¿Ahora el veranito de San Juan se festeja por los barrios?" "qué pelotudo" le replicó y luego le comentó "mirá cómo el tachero se está cagando de la risa de nosotros".

Tenían razón, porque a esa altura de la conversación ya no podía disimular mi sonrisa. Entonces el anciano de la izquierda me dijo "la verdad que lo felicito porque es el único taxi que todavía conserva la manija del techo, porque en todos los otros a los que he subido ya se la han afanado. No sé para qué carajo la quieren. Se ve que piensan que es una poronga y una vez que la agarran ya no la pueden soltar".

En el cruce de Echeverría y Vuelta de Obligado comienza el lento proceso de descenso del auto, en el que se evidenciaba el contraste entre su desenfadadas y jóvenes lenguas y las limitaciones que les imponían sus muy deteriorados huesos. Traté de hacerme de toda la paciencia con la que espero que se me trate a mí cuando llegue a esa edad en la que el propio cuerpo y el mundo en general se tornen demasiado hostiles. Tan hostiles como el tráfico en hora pico, o el impaciente conductor del auto colorado que tenía pegado al paragolpe trasero, al que sólo estaba dispuesto a tolerarle un bocinazo más antes de mandarlo a recorrer las partes más íntimas de su hipotética hermana.

jueves, 19 de julio de 2007

I

Viajo por el espacio inminentemente colapsable.

Transito por el aeropuerto del pánico internacional.

Circulo por una atmósfera catastrófica.

Navego por una laguna de virus.

Y vuelvo al mismo lugar.


II

En Brasilia,

paseo por la ciudad del concreto artístico.

Recorro el laboratorio urbano de la utopía sesentista,

el diseño vivencial del monoblock iluminado.

Y debajo de una autopista

me encuentro una lechuza.

Dice la lechuza al escorpión: “no te enamores de un extranjero”.

Dice el escorpión: “todos somos extranjeros”.

Dice la lechuza: “entonces no te enamores”.

Dice el escorpión: “ya es tarde, me acabo de enamorar de ti, sabia criatura”.

Entonces la lechuza voló lejos.

Y el escorpión siguió caminando

con un sello más en su pasaporte.

viernes, 13 de julio de 2007

Un poco de sol

para los ángeles cayendo...

Crónica del tachero suizo III

El veranito de San Juan


Estoy tratando de decidir si doblar por Montevideo o seguir por Paraguay antes de que el semáforo cambie de color, pero el ruido de un golpe en la ventanilla trasera interrumpe mis deliberaciones. Es una mujer de unos veintipico quien me pregunta si está libre, le respondo que sí mientras le quito el seguro a la puerta. Apenas sube me comenta "así que está prohibido fumar, se nota porque no hay olor a pucho. Es que el olor a cigarrillo impregna la ropa, los muebles, inclusive si uno besa a alguien que fuma en seguida se da cuenta. Yo antes fumaba mucho pero hace 5 años que dejé de fumar. Antes no me daba cuenta pero ahora no me banco el olor a cigarrillo. ¿Y la gente respeta el cartel?". Le respondo que hay mucha gente que al ver el cartel opta por dejarme pasar y esperar a otro taxi que les permita fumar en el viaje. "Lo que es el vicio. Y me parece que en las mujeres es peor, no?". Le respondo que puede que sí. Entonces agrega:"Es que nosotras somos más ansiosas, bah, un poco más histéricas también" (en fin, no hay nada como la misoginia femenina) Luego me aclara: "Yo no soy ninguna histérica, pero la mayoría sí". No hacía falta la aclaración, porque para mí estaba claro que ella no era ninguna histérica, puesto que ya no fumaba, a lo sumo un poco maniática y obsesiva, con respecto a su antiguo vicio, pero histérica ya no. Después de un minuto de silencio me pregunta "no les parece que los hombres también están cada vez más histéricos?" Le respondo afirmativamente, puesto que el pasajero siempre tiene razón. No obstante, una vez finalizado el viaje, trato de determinar a qué se puede definir por histeria masculina, aunque quizás yo mismo sea demasiado histérico para saberlo. En fin, un poco histérico quizás pero con los pulmones bien limpios, o mejor dicho joya nunca taxi.

jueves, 12 de julio de 2007

martes, 3 de julio de 2007