jueves, 27 de diciembre de 2007
lunes, 17 de diciembre de 2007
Crónica del Tachero Suizo X
El sultán guaraní
Al doblar por Ortega y Gasset la cancha de polo de Palermo me evocó el recuerdo de aquella simpática turista norteamericana, quien luego de definir a Buenos Aires como
Saqué el seguro de la puerta trasera cuando en la mitad de la cuadra vi a un hombre de unos sesentipico que se dirigía a hacia mí con una leve renguera y el brazo izquierdo levantado. Me pidió que lo llevara a la plaza Serrano y luego comentó "espero que hoy por ser sábado no haya tanto tráfico, porque en la semana ya no se puede andar por culpa de todos los autos que llegan desde la provincia”. Le respondí que quizás las nuevas disposiciones del peaje preferencial, para aquellos autos que viajen con más de un pasajero, puedan ayudar en parte a resolver el tema. A lo que en forma muy enfática me respondió "Eso es una estupidez, porque si viajan cuatro o más personas en un auto y tienen un accidente se mueren los cuatro, en cambio si va una sola persona se muere solo el que maneja". Ese comentario me hizo rever mi opinión sobre el hecho de que en la ciudad la mayoría de los autos estuviera tripulada por una sola persona, actitud que hasta entonces atribuía a un claro acto de egoísmo, pero que -bajo la óptica que proponía este pasajero- también podía ser interpretada como una medida carácter humanitario, destinada a reducir el número de potenciales víctimas de un eventual siniestro.
Apenas descendió me dispuse a esperar que el semáforo de la rotonda cambiara de color para seguir circulando por Borges, pero mis planes fueron alterados por un individuo con una caja de herramientas que me preguntó si estaba libre. Le repuse afirmativamente con un movimiento de la cabeza y apenas se acomodó en el asiento me indicó "A la calle Suipacha y Santa Fe, amigo". Durante el viaje me contó que hacía dos años que había llegado de Paraguay y que se dirigía a hacer una changa para ganarse unos pesos extras, en la casa de un cliente de la carpintería en la que trabajaba durante la semana. También comentó que en Asunción él era el dueño de su propia carpintería, pero como su país era chico y muy poco poblado (tres millones, precisó) él -al igual que muchos de sus compatriotas- tuvo que venirse a estos pagos para probar mejor suerte. Le comenté que tenía entendido que como consecuencia de la guerra de la triple alianza, en Paraguay en la actualidad todavía hay muchas más mujeres que hombres. Me confirmó que era verdad y que por eso en su tierra era bastante común que un hombre tuviera más de una esposa y agregó "Mi abuelo tenía tres esposas. Parecía… ¿cómo es que le dicen a esos árabes? ¿Sultanes, no?. Un día dormía en una casa y otro día en otra y cuando le preguntabas dónde había estado la noche anterior el viejo se reía nomás.”
El relato del carpintero me hizo pensar que partiendo de los conceptos vertidos por el pasajero anterior, si las autoridades de Asunción decidieran tomar alguna medida destinada a ordenar el tránsito, deberían tener como prioridad el fomentar que los autos fueran manejados por una sola persona, preferiblemente de sexo femenino, para no poner en peligro el ya bastante afectado equilibrio demográfico. Esa idea me hizo representar la imagen de un montón de alteradas mujeres mandándose entre sí a lavar los platos en guaraní, o a cocinar chipa, quizás.
jueves, 13 de diciembre de 2007
lunes, 10 de diciembre de 2007
Fauna en peligro
Paloma mocha,
quedaste pachucha,
plumaje empapado
por el chubasco feroz
que te voló el nido,
te tembló en las patas,
te caló el pico,
te aflojó el cálamo,
te saltó los ojos.
Ojalá lo resistas,
hoy está hermoso otra vez.