martes, 29 de abril de 2008

lunes, 21 de abril de 2008

¡Bienvenido Tachero Suizo!


El otro riojano


Acababa de cruzar el puente de uno de los diques de Puerto Madero y me disponía a girar por la rotonda que suelo identificar como “la fuente del chorro de agua que está en frente de la réplica del auto de Fangio”, cuando desde una de las esquinas del Hilton el brazo derecho de un hombre de saco y corbata llamó mi atención.

El sujeto en cuestión: un individuo de unos cuarentipico de baja estatura, tez morena y abdomen prominente. Sin interrumpir el diálogo que mantenía con su celular me dijo que lo llevara a Callao y Arenales. Me dispuse a girar por la susodicha rotonda con rumbo a Moreau de Justo, pero el pasajero interrumpió su conversación para -con inconfundible acento riojano (cómo olvidarlo)- objetarme:

-No papito, seguí derecho nomás, a mí no me quieras pasear, mirá que yo no soy turista, eh.

Luego prosiguió con su charla telefónica, algunos de cuyos fragmentos paso a transcribir: "¿Que adónde estuve ayer? y... desaparecido en acción, es que no sabés qué masita me he comido... después te cuento bien. Bueno, te he llamado para ver si me podés dar una mano con el tema del gasoducto, para ver si te podés encargar del asunto del papeleo y todo ese boludeo, viste. ¿Que cuánto hay? y... calculá entre un 10 y un 7, igual todavía anda medio trabado el tema con el gallego que tiene que firmar. Es que se hace el verga dura y no quiere hacer 600 kilómetros para ir hasta Comodoro Rivadavia, pero yo ya me estoy tomando un avión para ver cómo lo puedo arreglar. Bueno papito después seguimos hablando".

A esa altura de la conversación nos encontrábamos atascados con el tráfico habitual de la avenida Córdoba. Fue entonces que me pidió que me apurara. Le contesté que avanzaba lo más que el tráfico me permitía a lo que me respondió

-Dale, querido que si querés una moneda más yo te la doy, pero vos metele pata, mirá que yo sé bien cómo funciona el tema porque soy amigo personal de Viviani y todos los muchachos del sindicato. (De ello no me cabía duda).

Al llegar a la esquina de Arenales el reloj marcó $12.85. Me pagó con 13 pesos y me dijo que me quedara con el vuelto, supongo que esa era la moneda a la que había hecho referencia.

Mientras apagaba el reloj tuve la impresión de haberme topado con uno más de los tan particulares personajes que nutren el catálogo de la fauna urbana, a los que la ficción suele caricaturizar, pero a los que sólo la realidad puede engendrar.

sábado, 12 de abril de 2008

Bienvenidos

Bienvenidos gorriones a mi barraca.
Bienvenidos a la era de la tiroides.
El Superhombre no ha muerto.
Es chino.
El súper chino.
En fin.