domingo, 24 de junio de 2007

Crónica del tachero suizo II


Esos cada vez más sofisticados aparatitos


Estaba esperando que la luz del semáforo de Cabildo y Federico Lacroze cambiara de color, pero fue el grito de taxi de una mujer de unos 20 a 30 años la que alteró mi rutina. Al subir sentenció: “a Alberdi y Moreno” y luego hizo un comentario sobre el calor mientras levantaba la ventanilla. Acción recurrente sólo en mujeres de más de 50 años a esa altura del otoño. En el interior de su cartera sonó un celular. Lo atendió y exclamó: “ah, sos vos” y por su tono de voz se podía deducir que su interlocutor era el responsable de su súbito aumento de temperatura. “¿Que a dónde voy? Estoy yendo a buscar a mi hijo. Sí ya sé, vos siempre estás ocupado, porque a vos lo único que te importa sos vos. Porque yo te presté mi auto y te llevé a vivir a lo de mis viejos, pero si hacés eso olvidáte, porque a mí no me ves nunca más”. Con esa última amenaza cortó la comunicación... El celular volvió a sonar, lo atendió y luego de un breve silencio afirmó: “Así entonces no me vuelvas a llamar porque lo nuestro ya fue, me entendiste? ya fue” En la esquina de Moreno y Alberdi el reloj marcó $14.78. Me dijo que la esperara que iba a subir a buscar plata a su casa y enseguida volvía. Después de haber transcurrido el segundo minuto de espera comencé a considerar la posibilidad de que me haya cargado y que quizás me utilizó como un chivo expiatorio para desquitarse del género de la X y la Y. Me puse como límite de tolerancia 45 segundos más, pero un golpe en el vidrio de la ventanilla interrumpe mi conteo. Era ella, con una generosa sonrisa y $18 pesos en la mano derecha, quien luego de disculparse por los exabruptos del viaje insiste que me quede con el vuelto. Mientras ponía primera reflexioné sobre las implicancias que tienen en la comunicación estos cada vez más sofisticados aparatitos que -con sólo apretar un botón- borran todas las barreras entre lo público y lo privado, en forma tan repentina como puede cambiar el estado anímico de una mujer despechada por el egoísmo que parecería caracterizar al sexo opuesto.

miércoles, 20 de junio de 2007

lunes, 18 de junio de 2007

Busco destino


para la siguiente temporada: 25 de junio al 13 de julio.
Gracias!

Columnista invitado: El tachero suizo

Crónicas del tachero suizo

El precio de la honestidad

Circulaba por Libertador cuando repentinamente decidí doblar por Monroe. Fue una mano levantada la que me hizo frenar. La presa en cuestión era un sujeto masculino de unos 70 a 60 y pico de años y un poco excedido en peso. Al subir lo primero que me dice es "Ya no puedo caminar por la calle porque la gente me confunde con Pablo Echarri, debe ser por la boina". Sí, debe ser por la boina, le contesto. Luego me afirma: "Pibe cuando yo tenía tu edad con las minas había que remarla, no como ahora que están todas regaladas. Le voy a pedir a Dios que me quite 25 año". Pedile 30, le contesto, así tenes más margen para negociar. Después de un suspiro profundo, agrega "lo que pasa es que con el tiempo se te va la fuerza pero las ganas te quedan. Es que la vida se te va entre la soledad y la melancolía". No le contesto, pero intento imaginar de qué tango habrá sacado esa frase. Al llegar al destino prefijado el reloj marca $4.68. Cuando le estoy dando el vuelto me interrumpe y en forma muy enfática me dice "pibe me estas dando 25 centavos de más, mira que por 25 centavos todavía soy honesto, por más no se". Un par de cuadras después, pienso que yo por 25 centavos también sería honesto por 50 también, pero por algún decimal más, no estoy seguro. En fin, cuál será el precio exacto de la honestidad.

jueves, 14 de junio de 2007

Un tachero suizo

recorre esta ciudad
(...)

lunes, 11 de junio de 2007

Cadena alimentaria urbana

... → cucaracha → gato → rata → paloma loba esteparia oso bipolar FARMASHITY

miércoles, 6 de junio de 2007

sábado, 2 de junio de 2007

La problemática

Me preocupa mucho

la problemática de la mujer

fálica heterosexual

en el occidente posmoderno.


Que tiene menos cosméticos

que su vecino metrosexual.

Que en la cocina tiene menos

electrodomésticos

que herramientas en el desván.

Que conoce más de informática

que de terapia floral.


Esta es una persona

difícil de acorralar,

difícil de domesticar

y difícil de ayudar.


Yo conozco a una de esas

y no sé dónde va a ir a parar.